domingo, 6 de junio de 2010

Y esos ojos que te miran, apenas son los míos...

Nunca supe controlarme demasiado. Nunca supe parar donde debía, ni siquiera cuando quería. Llevo una vida papirofléxica. Amoldable y frágil. Intento manejar las situaciones más cotidianas, las más corrientes, las más llevaderas, las de todos los días. Juzgo, selecciona, fusiono. Y rara vez la ambigua mezcla sale como debería. Me sitúo en posición de salida. No voy lento, sino a mi ritmo. Rápidamente empiezan las tensiones, el estrés, se me nubla la vista y pierdo el control de mis danzantes muslos... comienza a forzarse la maquinaria.
Contigo me pasa tantas veces. Tantas, tantas... No sé desde que perspectiva tratarte, y es que realmente aún no sé ni en qué lugar debo ubicarte. Quizás ya esté todo colonizado, y no haya nada que perder. Ni que ganar, obviamente. Intento que seamos personas, tratarte de igual a igual y no titubear nunca, jamás. Pero entonces te rozo con las temblorosas yemas de mis dedos, sinuosa y lentamente, disfrutando de tu tacto y su suavidad... y ahí ya sé, que todo amago de batalla está perdido. Me dominas, me evades y me invades, me haces alma y haces despojos de mi cuerpo, llevándotelos entre las manos, a tu antojo, a tu manera. Me esfuerzo por recuperarme y ser más yo, pero qué más da, si estoy contigo. Y con la poca fuerza que me queda intento mirarte con la mirada limpia y firme, pero me doblegas con un solo gesto y es entonces...

...cuando esos ojos que te miran, apenas son los míos...

miércoles, 2 de junio de 2010

Primera Parada..


No se oye nada.
Aquí no hay nadie.
Sentada en la cama, contra la pared, puedo oir como la sangre galopa por mis venas en tibios y calmados latidos, mientras mis pies cuelgan y se mueven gracialmente a unos pocos centímetros del suelo. Podría decir tantas cosas... y es que tengo tan buenos argumentos...
Quizás falta vigor. Decisión. O... algo.

A fín de cuentas, ya he dado el primer paso. Discreto, pero seguro.


Sube... que te llevo...